28 de noviembre de 2017 EN LAS NUBES

28 de noviembre de 2017                                                                                EN LAS NUBES
Periodismo
Noviembre 28, 2017 17:11 hrs.
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Carlos Ravelo Galindo, afirma: › Portal Mexiquense.com.mx

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Con la venia del doctor Fernando A. Calderón y Ramírez de Aguilar lo reproducimos íntegro. Abunda en conceptos que estimulan, enseñan y capacitan, coincide con nosotros don Octavio Jaziel García. Y tiene razón. Una de las funciones más sublimes y fascinantes del encéfalo es la memoria. Es la capacidad de almacenar información, ya sea que es provista por el raciocinio, por la experiencia derivada de una situación empírica de gran e inestimable valor que durante algunos años no recibió la atención que debía, o por la intuición, por la cual, como tercera opción que da la teoría del conocimiento, se adquiere un aprendizaje, es decir, que el sistema nervioso recibe nueva información que se observa por cambios en el comportamiento, pero antes se codifica, se almacena y se recupera, para después ser usada para transformar el mundo que rodea al individuo.
La importancia de la memoria en la vida cotidiana convirtió al conocimiento de estos distintos fenómenos en un desafío importante para la neurociencia moderna, al igual que lo es la interpretación de sus trastornos.
Durante el proceso de aprendizaje las neuronas que se excitan lo hacen conjuntamente para crear una experiencia concreta. Se alteran de tal forma que en el futuro tenderán a re excitarse al unísono. La ulterior excitación conjunta de las neuronas reconstruye la experiencia original generando un recuerdo de ella. El acto de recordar parece ser que hace más probable que las neuronas implicadas vuelvan a excitarse en el futuro, así que la reconstrucción repetida de un suceso facilita cada vez más su recuerdo.
Hay algunas diferencias en cuanto a la clasificación y categorías de la memoria. Cualitativamente, en las neurociencias se consideran dos sistemas de almacenamiento de la información:
1. Memoria declarativa. Se refiere al almacenamiento y recuperación de material que está disponible para la conciencia y puede expresarse mediante el lenguaje (por ende, declarativo). Son ejemplos de memoria declarativa la capacidad para recordar un número de teléfono, una canción o las imágenes de algún acontecimiento pasado.
2. Memoria no declarativa. A veces llamada memoria de procedimientos, no está disponible para la conciencia, al menos no cualquier detalle.
Estos tipos de memoria implican habilidades y asociaciones que, en su mayor parte, son adquiridas y recuperadas en un nivel inconsciente. Es difícil, o casi imposible, explicar cómo hacemos estas cosas y no estamos conscientes de memoria particular alguna mientras las hacemos. De hecho, pensar en cómo hacemos estos actos, en realidad puede inhibir la capacidad para realizarlos con eficiencia.
Categorías temporales de la memoria son aquellas que se pueden distinguir de acuerdo con el tiempo durante el cual la memoria es eficaz:
1. Memoria inmediata. Es la capacidad habitual para mantener en la mente experiencias durante fracciones de segundo. La capacidad de esta memoria es muy grande y cada modalidad sensitiva (visual, verbal, táctil, etcétera) parece tener su propio registro de memoria.
2. Memoria de trabajo. Es la capacidad para mantener en la mente información durante segundos o minutos una vez que ha pasado el momento presente. Un ejemplo cotidiano es la búsqueda de un objeto perdido; en este caso, la memoria de trabajo permite proseguir eficazmente la búsqueda y evitar los lugares que ya se inspeccionaron. Una forma convencional de evaluar la integridad de la memoria de trabajo junto a la cama del enfermo es presentarle una serie de números ordenados de manera aleatoria y que el paciente debe repetir; sorprendentemente, la capacidad normal de recordar números es de siete a nueve.
3. Memoria de largo plazo. Implica la retención de la información en una forma más duradera de almacenamiento durante días, semanas o toda la vida. Hay acuerdo general acerca de que el denominado engrama, es decir, la impresión que deja un acontecimiento en la memoria, es el sustrato físico a largo plazo de la misma en la maquinaria neuronal. Depende de los cambios a largo plazo en la eficiencia de transmisión de las conexiones sinápticas relevantes o de la proliferación y el reordenamiento real de estas conexiones, o de ambas.
Las pruebas de transferencia continua de información desde la memoria de trabajo hasta la memoria a largo plazo se aprecian en el fenómeno de la imprimación, el cual es usado, al menos intuitivamente, por publicistas, maestros, cónyuges y diferentes personas que desean influir en otras acerca de la forma en que piensan y actúan.
El proceso de formación de la memoria pasa por cinco estadios:
1. Selección. El encéfalo está diseñado para almacenar la información que será útil en el futuro y desechar el resto.
2. Almacenamiento. Se toma la experiencia seleccionada para que quede memorizada. Se almacena de forma que se asocie con las memorias preexistentes pertinentes y se pueda referir durante un periodo apropiado.
3. Evocación. Los acontecimientos actuales deberían estimular la memoria de recuerdos apropiados, por ejemplo, la remembranza que pueda guiar acciones futuras.
4. Cambio. Cada vez que se evoca un recuerdo, éste se altera ligeramente para dar cabida a una nueva información.
5. Olvido. Las experiencias empiezan a olvidarse tan pronto como se han registrado, a menos que se refresque su recuerdo con regularidad. Toda la información innecesaria se borra.
Para una mejor comprensión, la memoria se puede dividir en dos formas:
1. Memoria de corto plazo. Son los recuerdos que suelen permanecer en nuestra memoria mientras los necesitamos. Como ejemplo está un número de teléfono que se emplea una vez; la memoria de corto plazo lo guarda en la mente mediante un proceso de memoria de trabajo.
2. Memoria de largo plazo. Los recuerdos pueden evocarse años e incluso décadas más tarde. La dirección de la casa de nuestra infancia podría ser uno de estos recuerdos.
Entre estos dos extremos hay muchos recuerdos a mediano plazo que pueden durar meses o años y que finalmente se desvanecen. Muchos factores determinan si una experiencia o un objeto de conocimiento se destinan a la memoria de corto plazo o a la de largo plazo, como pueden ser su contenido emocional, su novedad o el esfuerzo realizado para recordarlo.
Existen cinco tipos de memoria, cada una con un propósito concreto:
1. Memoria episódica. Comprende las reconstrucciones de las experiencias pasadas, sensaciones y emociones incluidas, que suelen desplegarse como una película y se experimentan desde el punto de vista de uno mismo. Las partes del encéfalo relacionadas con los recuerdos episódicos dependen del contenido de la experiencia original. Así, las experiencias muy visuales activarán las áreas visuales del cerebro, mientras que para recordar la voz de una persona se activará la corteza auditiva. La actividad del lóbulo frontal asegura que los recuerdos episódicos no se confundan con la vida real. Las áreas corticales hacen que los recuerdos episódicos activen las áreas relacionadas en su origen con la experiencia que se está evocando. Los acontecimientos se transforman en recuerdos en una zona interna del cerebro llamada hipocampo.
2. Memoria semántica. Es conocimiento factual autónomo y no personal, es decir, percepción de los hechos que pudieron haber tenido un contexto personal pero que ahora son simples conocimientos. Los recuerdos semánticos son activados por áreas del lóbulo frontal que recurren al conocimiento almacenado para guiar el comportamiento actual. Los lóbulos temporales codifican la información factual; la actividad en esta zona implica que se están recordando los hechos.
3. Memoria de trabajo. Es la capacidad de retener información en la mente durante el tiempo necesario para poder usarla. Una parte de los lóbulos frontales (la ejecutiva central) guarda un plan de acción mientras se evocan recuerdos desde el resto del encéfalo. Una pizarra del lenguaje es como una voz interna que repite la información, es una pizarra visual que conserva una imagen de lo que hay que hacer activando áreas cercanas a la corteza visual y una parte ejecutiva que guarda el plan entero, incluido el elemento visual en el área occipital También existen dos bucles neurales (para los datos visuales y para el lenguaje) que guardan datos temporalmente hasta que se borran para una nueva tarea.
4. Memoria de procedimiento. Comprende acciones implícitas como el andar o el nadar. Nos permite realizar automáticamente acciones motoras ordinarias una vez que las hemos aprendido. Estas habilidades se almacenan en las áreas cerebrales situadas bajo la corteza. Aunque pueden ser recordadas suelen permanecer inconscientes. El núcleo caudado que forma parte de los ganglios basales almacena las acciones instintivas. El putamen que forma parte del cuerpo estriado y de los ganglios basales guarda las habilidades aprendidas. El cerebelo, que es la parte situada debajo y detrás del cerebro, dirige la sincronización y la coordinación de habilidades corporales y puede intervenir en algunas funciones cognitivas.
5. Memoria implícita. Es la de los recuerdos que conservamos sin ser conscientes de ello y que afecta nuestras acciones de modo sutil. Así, puede ser que una persona nueva nos disguste de modo inexplicable porque nos recuerda a alguien desagradable.
Ante tanta información de nuestro amigo Fernando Calderón Ramírez de Aguilar, podríamos con modestia, sintetizar: Mientras más se aprende, el cerebro se perfecciona y maneja mejor el flujo de datos. Las redes neuronales se amplían y todo trabaja mejor dentro de nuestro cuerpo. Es obvio que falta mucho por aprender. Aquí vale la pena aplicar algo que se encuentra en un Ex Libris que al constituir parte de un escudo, el cerebro forma una parte importante de él, y su lema es: Después de Dios, a ti te lo debo todo. Lo bueno, lo regular y lo malo. Como en este momento.
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