Parapsicología

La calumnia lo persiguió tanto
En la muerte como en la vida

Jamás sabremos si este hombre poseía o no verdaderos poderes mágicos.
Fue el más famoso de los discípulos de Pitágoras. Vivió en el siglo I d. C, y su biografía fue escrita un siglo después por el griego Filostrato.
Apolonio poseía facultades parapsicológicas. Viajó mucho y su filosofía, tal la presenta Filostrato, es un compendio del pensamiento mágico indio, babilónico y egipcio.
Sobre sus poderes, se cuenta que en Roma resucitó a una joven y aristocrática dama, quien siguió viviendo durante muchos años más.
Cuando su amigo Menipo, le presentó a su prometida Lamia, ’Apolonio se dio cuenta que la joven era un vampiro…’
’Como es natural, Manipo se negó a creer lo que su amigo le decía, así que al mago no le quedó más remedio que presentarse a la boda y con unos cuantos pases mágicos hizo desaparecer la fiesta e invitados para probarle a su amigo que todo era una ilusión creada por Lamia, la cual, a su vez descubierta, tuvo que admitir que Apolonio tenía razón y que esa misma noche pensaba darse un festín, con la sangre de su recién estrenado esposo’.
Otra de la historias no menos fantásticas describe cómo Apolonio avisó a los habitantes de Éfeso que se hallaban amenazados por una plaga; afortunadamente el mago reconoció a un viejo mendigo como el portador de la enfermedad y convenció a los ciudadanos a que lo apedrearan; cuando el mendigo cayó al sueño se transformó de inmediato en un perro negro al cual el pueblo echó fuera de la ciudad.
Un buen día Apolonio decidió preguntar al Oráculo de Delfos si su nombre sería recordado en el futuro, la pítia contestó que sí, pero únicamente porque su nombre sería denigrado y difamado.
El mago abandonó indignado el templo, pero el oráculo había dicho la verdad, porque siglos más tarde algunos enemigos del cristianismo trataron de presentar a Apolonio de Tiana como rival de Jesús, dando con ello pie para que la gente lo identificara como el Anticristo.
Sin embargo, Apolonio siempre fue un hombre de buena voluntad.
¡Cosas Veredes, Chonito!