El gato y el ratón
Carlos Ravelo Galindo
El gato y el ratón
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
(Es cierto: primero Dios hizo al hombre. Después tuvo una
idea mejor: la mujer.)
Los marinos capturan a don Joaquín Loera, el Chapo
Guzmán. Y el gobierno lo anuncia con tal bombo y platillo que
parece la renovación del país.
Bueno hasta nuestro joven mandatario, que estrena nuevo
avión para sus viajes se viste lujosamente –no nos fijamos si traía la
Banda Tricolor—para hacer el anuncio. Como si tal vulgar
delincuente que se ha burlado en múltiples ocasiones de nuestras
autoridades, --¿nuestras? Volvemos a preguntar--, fuera tan
importante.
Que los hizo ver su suerte, ni hablar. Que se burló de ellas, ni
modo. Pero la sospecha de repartir mucho dinero entre ellas, para
hacer su túnel, sigue vigente.
Qué barbaridad. Parece la llegada de un nuevo rey mago, al
que reclama con vehemencia nuestro vecino país del norte, para,
dicen, sí castigarlo. Y usarlo de “soplón” a cambio de un trato
“digno, correcto y lleno de amabilidad”, como en las películas
Tele, radio, prensa, en fin todos los medios tuvieron—tienen—tal desenfreno con la vuelta del famoso “Chapo”,
que despliegan las felicitaciones, habidas y por haber, de todos los
países del mundo por tal proeza policiaca.
Para qué, insistimos, tanta publicidad a la detención en su tierra, Sinaloa. Específicamente Los Mochis, para quienes llegaron
del mar para salvar a los de tierra. Como si toda la lacra oficial
concluyera con la aplicación de la ley.
El señor Joaquín Guzmán Loera es nada más y nada menos
que un narcotraficante que envenena al pueblo. De ninguna manera
algún personaje enaltecedor. Que conste. Pero distrae la atención
del Jefe de la Nación para anunciar su regreso a prisión.
“Ya cumplimos”, pueblo querido y respetado.
Luego de esta pequeña y respetuosa digresión regresamos al
pan nuestro de cada día.
Si ya lo entendiste, qué bueno. Porque ahora te platicaremos
algo terrenal. No del Olimpo: Diariamente lo contemplamos, lo
vivimos, pero como muchos o casi todos, ya nos acostumbramos.
Mejor repetirlo. Veamos, con tranquilidad y calma,el pobre trabaja. El rico lo explota. El soldado defiende a los dos. El contribuyente paga a los tres. El vago descansa, por los cuatro. El borracho bebe por los cinco.
El banquero estafa a los seis. El abogado engaña a los siete. El médico mata a los ocho. El sepulturero entierra a los nueve.
Mientras tanto el político vive de los diez. Parece broma, ¿verdad?
Pero medítalo, estúdialo y si no le entiendes, te platicamos
otra vez, la anécdota del gato y el ratón. Y de pilón del capo, para
no decir chapo.
[email protected].