#Columna Sin Rodeos


México no es el país de los inditos conquistados

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Política
Abril 12, 2021 14:39 hrs.
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DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Decir que un puñado de aventureros españoles despojaron y masacraron a miles de guerreros de la Gran Tenochtitlán, derrotando al Imperio azteca, es una falacia que humilla infamemente a la memoria de aquellos valientes y heroicos mexicas que fueron muertos pero no rendidos; y es negar la fiereza con la que los tlaxcaltecas, texcocanos y otros señoríos se liberaron de aquellos, y cobraron venganza por los siglos de expoliación que padecieron; aunque algunos corazones de los vencedores (nativos y europeos) se pudrieron en la panza de Huitzilopochtli.

Los mexicanos de hoy debemos conocer la verdad de nuestro pasado para entender el presente y conquistar el futuro.

Sí, claro que España debe pedir perdón a México, pero no por la Conquista sino por habernos enviado al abuelo del que hoy vive en el Palacio, que fue residencia de Hernán Cortés, de virreyes y emperadores (al que renunció Lázaro Cárdenas) y que fue construido sobre escombros del Palacio de Moctezuma; el que teniendo sangre española injuria a España en español, no en zapoteco ni totonaca; ese que es más tartufo que el de Molière.

Hace días fustigué en este espacio la narrativa oficialista por ser intencionalmente mentirosa, binaria, retorcida y perversa. Invité a mis lectores a buscar en la página de la Secretaría de Cultura (junio 10 de 2015) la enseñanza de la doctora en estudios mesoamericanos, Berenice Alcántara, sobre la Conquista de México, reivindicando a los 14 mil o más guerreros aborígenes, que aliados con Cortés (y cientos de europeos) fueron los conquistadores; que no se vieron a sí mismos como vencidos sino como señores de la guerra, constructores del nuevo régimen colonial; que fueron reconocidos por la corona española, y que ninguno de los pueblos aliados fue saqueado por los vencedores, nativos o peninsulares.

Ahora los invito a que lean al gran Héctor Aguilar Camín (MILENIO, 5 y 6 de abril) y que lo vean y escuchen en su interesantísima charla con Carlos Puig (MILENIO, Bote pronto, 8 de abril). De verdad, es la mejor convocatoria para conmemorar, en su justa dimensión, la fusión de sangres y culturas con raíces milenarias, proceso iniciado hace 500 años, y del que tres siglos después (con la Independencia) nació lo que hoy llamamos México.

Si seguimos atrapados en la condición de víctimas ultrajadas y conquistadas, seguirán entre nosotros la división, la inferioridad patriotera y los odios atizados por ignorantes y embaucadores; continuarán las excusas para incumplir nuestras responsabilidades, y las justificaciones de nuestras desgracias, desperdiciando el portentoso potencial que tenemos frente al mundo entero.

Mientras se siga contando a la niñez una historia envenenada y mentirosa de la Conquista, México seguirá atormentado, rumiando una humillante derrota que no existió.

Diego Fernández de Cevallos


México no es el país de los inditos conquistados
DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS




Decir que un puñado de aventureros españoles despojaron y masacraron a miles de guerreros de la Gran Tenochtitlán, derrotando al Imperio azteca, es una falacia que humilla infamemente a la memoria de aquellos valientes y heroicos mexicas que fueron muertos pero no rendidos; y es negar la fiereza con la que los tlaxcaltecas, texcocanos y otros señoríos se liberaron de aquellos, y cobraron venganza por los siglos de expoliación que padecieron; aunque algunos corazones de los vencedores (nativos y europeos) se pudrieron en la panza de Huitzilopochtli.

Los mexicanos de hoy debemos conocer la verdad de nuestro pasado para entender el presente y conquistar el futuro.

Sí, claro que España debe pedir perdón a México, pero no por la Conquista sino por habernos enviado al abuelo del que hoy vive en el Palacio, que fue residencia de Hernán Cortés, de virreyes y emperadores (al que renunció Lázaro Cárdenas) y que fue construido sobre escombros del Palacio de Moctezuma; el que teniendo sangre española injuria a España en español, no en zapoteco ni totonaca; ese que es más tartufo que el de Molière.

Hace días fustigué en este espacio la narrativa oficialista por ser intencionalmente mentirosa, binaria, retorcida y perversa. Invité a mis lectores a buscar en la página de la Secretaría de Cultura (junio 10 de 2015) la enseñanza de la doctora en estudios mesoamericanos, Berenice Alcántara, sobre la Conquista de México, reivindicando a los 14 mil o más guerreros aborígenes, que aliados con Cortés (y cientos de europeos) fueron los conquistadores; que no se vieron a sí mismos como vencidos sino como señores de la guerra, constructores del nuevo régimen colonial; que fueron reconocidos por la corona española, y que ninguno de los pueblos aliados fue saqueado por los vencedores, nativos o peninsulares.

Ahora los invito a que lean al gran Héctor Aguilar Camín (MILENIO, 5 y 6 de abril) y que lo vean y escuchen en su interesantísima charla con Carlos Puig (MILENIO, Bote pronto, 8 de abril). De verdad, es la mejor convocatoria para conmemorar, en su justa dimensión, la fusión de sangres y culturas con raíces milenarias, proceso iniciado hace 500 años, y del que tres siglos después (con la Independencia) nació lo que hoy llamamos México.

Si seguimos atrapados en la condición de víctimas ultrajadas y conquistadas, seguirán entre nosotros la división, la inferioridad patriotera y los odios atizados por ignorantes y embaucadores; continuarán las excusas para incumplir nuestras responsabilidades, y las justificaciones de nuestras desgracias, desperdiciando el portentoso potencial que tenemos frente al mundo entero.

Mientras se siga contando a la niñez una historia envenenada y mentirosa de la Conquista, México seguirá atormentado, rumiando una humillante derrota que no existió.

Diego Fernández de Cevallos

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