Columna La Opinión
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Por Julio Tapia
La selección de jueces, ministros y magistrados deberán ser electos mediante examen de conocimientos, nunca mediante elección popular.
La mayoría calificada, es sinónimo de odio, rencor y avaricia, nada ni nadie, podrá frenar los excesos del poder, no de democracia, sino de poder absoluto, al grado de cuestionarse en lo futuro, la autonomía e independencia del poder judicial, dada la relativa dependencia, que ha de tener hacia el poder legislativo, una vez que estos determinen la viabilidad de los candidatos a ocupar cargos de jueces, magistrados y ministros, bajo el argumento de que estos deberán ser elegidos mediante elección popular, sin embargo, lo único que generan es incertidumbre, pues si la pretensión es terminar con la corrupción, la reforma al poder judicial federal, no se logra con el cambio de personal, sino con la transparencia de sus resoluciones, actuaciones, inmediatez, e imparcialidad, si bien es cierto, era necesaria una reforma al poder judicial, lo cierto es que ningún juez, magistrado o ministro, deberán ser propuesto por algún partido político, obvio a través de las cámaras, pues estos de inicio presentan un conflicto de interés, por lo que es evidente la selección de personal mediante un examen de conocimientos, en donde los mejores promedios sean los aptos e idóneos, para ocupar dichos cargos, para que estos emitan sus resoluciones apegadas a derecho, sin interés alguno, pues antes la izquierda demandaba y exigía autonomía de las fiscalías para procurar justicia, hoy se oponen a la remoción y buscan a todas luces imponer candidatos, afines a sus intereses, caso particular el cargo que ostenta morena en la fiscalía General de la Ciudad de México, y todo lo que vaya en contra a sus intereses es contrario a derecho, por ello, su sentir es sinónimo de odio, rencor y avaricia, consecuencia de ello, es mejor reformar la constitución.
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