EN LAS NUBES

Del secuestro

Del secuestro
Cultura
Marzo 20, 2022 19:09 hrs.
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Carlos Ravelo Galindo › Club Primera Plana

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La Verdadera Cruz, (Estado de Secuestro), fue la primera novela que Aureliano Castillo León publicó y lo hizo a través de la plataforma de Amazon.
Gracias a los donadores que dieron soporte al proyecto en Kickstarter, pudo gestionar el primer tiraje.
Presentó su libro en Xalapa, Veracruz, en octubre de 2019.
Y el autor pide al público: ’Su tiraje depende de ti, lector, porque se imprime bajo demanda. No lo copies; recomiéndalo’.
Aureliano Castillo León (Xalapa, Veracruz, 1989) es maestro en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como actor y traductor de doblaje, profesor de actuación, director de teatro y guionista cinematográfico.
Escribe cuento y teatro desde muy joven y hasta el momento tiene publicadas cuatro novelas (incluida La Verdadera Cruz) que han sido traducidas al inglés y que forman parte de su ‘Tetralogía del dolor’.
Ya la conocemos por su prosa y las grandes historias que nos comparte. Ella es, sí doña Norma Vázquez Alanís, que nos deleita en su biblioteca de Arcadia con La Verdadera Cruz, una novela que retrata la trágica realidad.
Y nos advierte, bondadosa que si alguna semejanza hay entre esta obra y algún hecho de nuestra historia, no se trata de un accidente, sino de una vergüenza nacional’ (Jorge Ibargüengoitia, El Atentado).
Con este demoledor epígrafe abre su primera novela La Verdadera Cruz (Estado de Secuestro) el joven escritor mexicano Aureliano Castillo León, quien en 313 páginas (las siete restantes están dedicadas a los agradecimientos) presenta una historia de sátira política, de situaciones que desafortunadamente forman parte de la realidad en algunos países.
Dividida en cuatro partes, cada una dedicada a bosquejar los personajes centrales de la novela, tan disímbolos y sin embargo unidos por la vorágine que se vive en el ’estado de secuestro’ donde habitan; ahí, mientras jóvenes y niños desaparecían cotidianamente, el gobernador aseguraba que lo único que alguien se robaba en la entidad eran ‘frutsis’ y ‘gansitos’, declaración que debía tomarse como cierta, so pena de sufrir represalias.
La Verdadera Cruz (Estado de Secuestro) -edición de autor bajo el sello Nátura y Ficción-Libros, México, 2019- es una narración audaz, pues plasma una situación que sucede en la vida real, pero de la que nadie se atreve a hablar en público por temor a recibir algún escarmiento; además, evidencia la forma de pensar de la clase política y sus estratagemas para conservar el poder, que pertenece a una ’familia’.
El autor hace un excelente manejo de los personajes -una maestra, una periodista, un diputado y un gobernador-, cuyas historias se entretejen para dar cuerpo al argumento principal, lo que logra con la utilización de flashbacks de sus vidas y el recurso onírico colectivo de los protagonistas referente a las moscas y las arañas, insectos con los que Castillo León compara a los humanos: las primeras encarnan al pueblo raso y las segundas a la clase política.
No es fortuito que las dos mujeres protagonistas tengan una serie de paralelismos en su devenir existencial, pues provienen y a su vez formaron familias disfuncionales; ambas criaron solas a sus hijos a pesar de haberse casado, además de que sobre ellas cayó la responsabilidad de hacerse cargo de los hermanos menores, hombres, por supuesto; también tienen en común haber buscado salir de sus hogares a través del matrimonio o el embarazo.
En cambio, el par de hombres que completan el reparto estelar representan el autoritarismo machista que tuvieron como patrón educativo; es un dueto de políticos, uno subordinado al otro, de extracción social distinta.
El diputado es un clasemediero aspiracionista y el gobernador nació en el seno de una familia que detenta el poder en ese estado de secuestro.
En este texto, mediante el uso del narrador omnisciente -que mezcla con las voces y evocaciones protagónicas-, Castillo León delata la escasa cultura que tienen los políticos de casi todos los países en desarrollo, cuando dice del gobernador del estado de secuestro que sus lecturas y el cine que ha visto a lo largo de su vida no le permiten tener puntos de referencia para esclarecer sus dudas existenciales y políticas.
De ahí, el lector puede intuir que es un homosexual reprimido y debe guardar las apariencias para seguir perteneciendo a ’la familia’ del poder.
Las mujeres son parte fundamental de la trama por su papel de luchadoras natas en busca de un futuro mejor, además de pilares de una sociedad atomizada y paralizada por el temor ante sus gobernantes enfermos de violencia y de poder.
Ellas simbolizan la valentía para intentar el cambio de una situación insostenible ya en ese estado de secuestro, mientras que ellos personifican la cobardía de una sumisión para dar continuidad al statu quo del que son artífices y beneficiarios.
Ellas son las moscas que se esfuerzan por volar y alejarse de las arañas, que son ellos y quieren devorarlas… paradójicamente, serán las moscas quienes triunfen gracias a la fuerza de su unión al levantarse contra el sojuzgamiento.
Para Aureliano Castillo León, no hace falta mencionar de qué estado se trata, pues es obvio por el título de la novela y por el hecho de que la hija secuestrada de la maestra se llame Xalapa.
Y en algún momento de la obra, el lector atento descubrirá quién es el delator de la periodista, así como que el hijo de ella es alumno de la hermana del diputado; también hallará la alusión al libro Cien años de soledad, del colombiano Gabriel García Márquez.
En ese estado de secuestro, jóvenes y niños desaparecen al ser raptados por hombres embozados que los suben a camionetas negras -lo cual recuerda a los temidos ‘Escuadrones de la muerte’ que operaban en Brasil en los años 90 para exterminar a niños de la calle- y nadie volverá a saber de ellos; ¿serán utilizados para extorsionar a sus familias, traficar con sus órganos o con ellos mismos para pornografía y prostitución, o simplemente por el placer de la violencia de torturarlos y asesinarlos? Corresponderá al lector imaginarlo.
El final de la historia, si no es feliz, por lo menos abre una rendija a la esperanza de que la situación en ese estado de secuestro haya cambiado para bien después de los sucesos que despertaron a la sociedad. Cualquier semejanza con casos reales que usted, lector, conozca, no son una coincidencia.
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