Al ritmo del rock and roll y rebeldes sin causa se congregaron un grupo de transeúntes para combatir el estres este domingo pasado frente a la alameda central en la CDMX.
Ávidos de una sacudida, los ciudadanos ahí reunidos fueron capaces de atraer a gran cantidad de público, desde familias, señoras y personajes como salidos de entre los sesentas y setentas, sobre todo adultos mayores, como si de pronto nos hubieran dicho ¡’rápido’! ¡Se acabo el COVID! ¡Todos a la calle! Así salió esta banda a generarse un ambientazo en donde el más serio o el más viejito se le antojaba sacudir al menos la cabeza. Al ver a esta gente madura moverse o ’seguirle la onda’ a la banda formada por chavos un poco más jóvenes, me hizo voltear a ver un personaje que conocí hace un par de años, siendo universitaria, a quien le dije: ¿le gustaría conocer el templo de San José Agustín? Y me responde: Ah caray! No sabía que existiera un santo llamado igual que yo ’José Agustín’!? Yo ingenuamente le asegure: ¡Así es! ¡Le aseguro que de verdad es así! El hombre en mención era el autor de tragicomedia mexicana, escritor y cronista. Fue un caballero muy educado, no se atrevió a corregir mi seguridad sostenida respecto al templo de San José Agustín. Solo insistió que no estaba enterado que tuviera santo. Fue una de mis compañeras la que me advirtió ya se me habían cruzado los cables, el escritor era José Agustín, el templo era tan solo ’San Agustín’. Y apenas tenía yo 20 años en el 2000 y ya se me cruzaban los cables mentales. Seguramente estoy medio defectuosa, no fui hecha de la madera de la que fueron hechos los rebeldes de los sesentas, pero me declaro fan de toda esa época 60’s – 70’s y sus tremendos personajes. Me pareció irresistible verlos disfrutar su libertad de ’5 minutos’, de esa libertad de la que justamente el escritor José Agustín platica en su libro ’La contracultura en México’, comenta el escritor que el Rock and Roll tiene su origen ó base esencial en el blues, que no es más que lamentación de los esclavos africanos del siglo XVII. A fines de los 40’s se incorpora la guitarra eléctrica significando un nivel de virtuosísimo humor, y un ritmo más festivo, sus promotores: los Rolling Stones, los Animals, los Beatles, los Yardbird, Led Zeppelin, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Grateful Dead, etcétera. Pero antes de ello, el conocido rock pasó por el rhytm and blues, el soul y el jazz, formando mezclas de sonidos africano – americano para dar vida a lo que el disc jockey Alan Freed llama en 1951, ’movimiento intenso’, literalmente traducido al español como ’mover y girar’. Así estaban el domingo en la Alameda, salió la raza de los sesentas a despertar gente. Por un lado motocicletas, por otro, jóvenes impactados viendo a los míticos y estrafalarios adultos mayores sesenteros y uno que otro joven adulto como queriendo y no queriendo soltar la greña y el gusanito dormido que todos traemos dentro. Y aprovechando que esta en boga la película de Elvis Presley, le redacto la perspectiva de José Agustín: ’ Elvis Presley fue el gran vehículo de la difusión del rock and roll. Joven blanco con alma y cultura musical negra, dice el escritor, era Presley joven, carismático, fuerte, bello, sensual, provocativo y gandalla. Por naturaleza trasgredía las coordenadas de la geografía del sistema y costo trabajo contenerlo, primero, mediatizarlo después y, finalmente, hasta donde era posible, integrarlo.’
Me llama la atención que leyendo me encuentro con 2 perspectivas del rock and roll: la que lo considera locura y desenfreno, llegando a caer en disolución, desenfreno y vicio. O el otro aspecto: ’La rebeldía epidérmica’, la libertad, la necesidad del ser. Dice José Agustín, y estoy de acuerdo: ’De no haberse caído en la histeria, el rock and roll habría ocupado el sitio que le correspondía en la cultura y nos habríamos ahorrado muchos golpes que dejaron cicatrices profundas’.
¡La libertad no es un pecado caray! Los pecadores somos nosotros cuando caemos en la exaltación, cuando nos caemos en la histeria. El mexicano necesita gritar, o con mariachi o con guitarra eléctrica pero necesita expresarse, dijo el escritor: es la epidermis. Sí, coincido, es la epidermis nuestro receptor y almacén sensorial y energético, necesita sacudirse, activar sus sensores, integrar su talento intelectual junto a sus necesidades de actividad. Lleva un ritmo, no es que seamos hiperactivos o delincuentes es que la libertad individual lleva un ritmo entre intelecto y físico. No se trata de matarnos con drogas o golpes, pero tampoco de censurarse, es necesaria la expresión en forma pacífica o civilizada.
Hace un tiempo tuve una experiencia desagradable en un concierto de Alejandra Guzmán, no me pude ni mover del coraje que tenía, era una feria recreativa, y mi molestia no era por el concierto ni por la artista sino por otros asuntos, tuve tan retenida mi necesidad de cantar y bailar, de gritar, mi contención derivada del disgusto previo, aunado a la frustración por no sentirme cómoda para disfrutar el concierto, agarre a mi hija y le he dicho , necesito que vayamos al área de juegos a subirnos a una montaña rusa. Mi hija dijo ¿Qué? ¿Estas loca? ’Nunca te has querido subir conmigo’! No preguntes y súbete. Baje del juego mecánico austero obviamente, de feria, baje adolorida del cuello, pero me sentí emocionalmente mucho mejor, necesitaba sacudida, gritar y adrenalina. De lo contrario hubiese cacheteado a alguien.
Eso justamente le sucede al mundo, tiene necesidad de sentir, de manifestarse, no puede más reprimirse ni ser reprimido, porque luego mata, golpea y humilla, aunque cuando tiene principios su represión a veces consiste en suspensión de vida porque no pudo expresarse, y todo ser necesita sentir la libertad.