Muerte en Lecumberri (capítulo 5 y final)

En Las Nubes febrero 27

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Periodismo
Febrero 26, 2016 21:33 hrs.
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Carlos Ravelo Galindo › Portal Mexiquense.com.mx

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Muerte en Lecumberri (capítulo 5 y final)

(Su golpe, no de consecuencias. Llegó, eso sí, al cráneo sin

lesionarlo….)

Carlos Ravelo Galindo, afirma: Tres guardias sin ropa.

Los celadores Manuel Cardona Sánchez, Enrique Castillo

Castro y Fidencio Roldán Morán, fueron los últimos en enterarse de

los pormenores. Y no por su gusto. Permanecieron en la celda de

Fidel Corvera Ríos durante todo el trajín. Ya había pasado todo

cuando se acordaron de ellos. Y comenzó de nuevo el revuelo. Las

versiones más disímbolas corrieron de boca en boca. Pero las más

eran en el sentido de que habían sido muertos.

Se organizo una brigada para buscarlos. Se pensó en todos los

sitios imaginables. Hasta el último la celda de Fidel Corvera Ríos.

Acudieron al lugar. Allí estaban. Amontonados en un rincón, con sus

ropas interiores solamente. Hacían esfuerzos para soltarse de sus

ligaduras.

Quienes son los evadidos Fidel Corvera Ríos, de negro historial en el mundo del hampa, está sentenciado a cuarenta años de prisión. Y tiene un proceso pendiente por homicidio dentro de Lecumberri. Otro por tráfico de drogas y otro por robo. De recibir las sentencias, su condena se vería aumentada a noventa años de cárcel. Algo así como cadena perpetua y unos años más.

Su detención por el asalto a una camioneta del Departamento del
Distrito Federal y el homicidio de un agente de tránsito que intentó
detenerlo, ocurrió el 20 de julio de 1957.

Pero el primer ingreso en prisión fue el 9 de noviembre de 1951,
por robo. Más tarde regresó al penal el 27 de julio de 1953. Por robo también.

En Lecumberri se le abrieron procesos por traficar con drogas en
el mes de julio de este año. Corvera Ríos, a raíz del asesinato del agente de tránsito pudo huir. Pero por un accidente de tránsito en Tacuba, con un coche que había robado, la policía le echó el guante. Desde entonces ha sido un problema para las autoridades de Lecumberri.

Antonio Espino Carrillo, mejor conocido en el hampa como Tony Espino ingresó por primera vez a prisión el 4 de noviembre de 1936, por lesiones; luego el 10 de octubre de 1939, también por lesiones; más tarde, el 26 de abril de 1940, por robo; reincidió el 26 de mayo de 1941, por asalto. Esta fecha consumó el atraco al Hotel Ritz de la
avenida Madero.

El 8 de enero de 1944, volvió por robo; el 24 de abril de 1945, por
el mismo delito; el 28 de septiembre de 1954, por homicidio y estafa.

Esta vez hizo aparecerse con el nombre de Juan Herrera.
El 2 de enero de 1957 la policía de Río de Janeiro pide datos a la
policía mexicana sobre el paradero de Juan Herrera. Satisfecho el
requisito, se descubre que es Tony Espino, requerido por nuestras
autoridades.

Se solicita su extradición el de 2 de febrero de 1959. Y llega a
Lecumberri por enésima vez el 24 de septiembre del mismo año. Tony Espino, por su negrísimo historial debería pasar una larga, muy larga temporada en el penal.

Leopoldo Necoechea Pichardo, sentenciado a 30 años de prisión por homicidio. Recrudeció una nueva pena con otro crimen en
Lecumberri. Ha estado varias veces en las Islas Marías y está considerado como inminente peligro para la sociedad.
Jesús Campos Flores, cumplía una sentencia por homicidio.

Debería permanecer en prisión treinta y ocho años. Salvador Zavala Pérez, que victimó a una anciana para robarla, cumple una condena de 30 años por homicidio. Manuel González Sánchez, cumple también una pena de 30 años, por homicidio.

Y Enrique de los Santos Treisier, deberá permanecer en Lecumberri hasta que haya cumplido el total de su condena de 40
años.

Anoche, a las 23 horas, se presentó en Lecumberri el agente del
Ministerio Público de la primera delegación, para levantar el acta.
Entre tanto, docenas de agentes del Servicio Secreto siguen la
pista de los evadidos. Tienen la firme creencia de que Corvera Ríos y González Sánchez volverán a prisión —o a la fosa, si oponen resistencia— en un lapso muy corto.

(Los dos no vivieron en libertad mucho tiempo. Ambos, murieron
durante tiroteo con la policía del Distrito Federal, en donde seguían sus tropelías).

Así concluimos esta crónica por la que el Consejo de Administración de aquél Excélsior, cuyo director general fue don
Rodrigo de Llano me concedió un premio de periodismo, y quinientos pesos en efectivo.

Era un reportero conocido. El mejor premio hasta hoy.

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