#Había una vez …en el Palacio de Bellas Artes…



En aniversario de su inauguración un 29 de Septiembre de 1934.

#Había una vez …en el Palacio de Bellas Artes…
Cultura
Septiembre 27, 2022 10:56 hrs.
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Por Adriana Salazar

Me encuentro ahí sobre un piso de mármol de Carrara de aspecto italiano, muy blanco y frío, parece de nieve, y giro lentamente alrededor, parece el Edén rodeado de Musas, Vírgenes y Dioses del Olimpo.
Suavemente levanto mi cara y siento entrar en un Palacio de una piedra mexicana, dura, recia, el mármol en todo su interior en tonalidades oscuras que destacan por sus detalles dorados. Pienso, ¿es que he entrado a un Palacio? O ¿He soñado que he entrado? He imaginado que al abrir la puerta de manos de dos gentiles caballeros , he avanzado deteniéndome frente a unas delgadas pero largas escalinatas que invitan a subirlas con la delicadeza que se aborda un Palacio. De ahí desciende un Ángel, una Diosa del Olimpo tal vez, vestida de negro, y quien con un sugerente movimiento de su cuello desnudo me ha invitado a pasar. Incorporándose, avanza, convencida de que yo le sigo. He ido lentamente avanzando, maravillado de la elegancia y discreción conjunta del edificio, un poco elocuente con el majestuoso vestido de mi anfitriona, un largo vestido que recae sobre las escalinatas y que parece avanzar huyendo de mi paso como si fuesen las olas del mar. El ángel negro me ha conducido a una sala entre bastidores, de ahí colgaba al centro una vieja lámpara en exposición, probablemente del siglo XVIII, tras ella se ha posicionado frente a mi la dama del vestido, solo nos han dividido los cristales del enorme candelabro. Me he atrevido a mirarle a los ojos, esos ojos que enmarcan una sensualidad e inocencia capaz de atraer hasta el corazón más distraído. Como ángel ha vuelto a bajar la mirada, sabedora de que le he visto el alma y de que no necesito más de ella en el Palacio, de pronto la bella mujer ha desaparecido, no se a donde ha ido, se ha llevado consigo su atractiva cabellera recogida en delicado tocado que dejaba al aire algo de libertad. No me ha ni rozado la piel, pero he sentido me ha besado el espiritú y me conduce por nuevas escaleras por pasillos un poco mas lúgubres, jaspeados, grisáceos. He ido adelante por discretos y sigilosos caminos que conducen hacia un destino, he topado con una única puerta, no hay más camino a donde ir, giro la perilla y esta ahí: el Cielo del Palacio de Bellas Artes.
Estaba yo de viaje en algún otro lugar que me sorprendió por ser un escenario independiente de credos religiosos, soy católica de convicción pero admiradora de las religiones y cultos universales, como comunicóloga y observadora no puedo evitar sentir atracción por ello. Me sorprendió que alguien me dijo: ’tu y yo tenemos que hablar! Ten mucho cuidado con las iglesias, Dios no es quien tu crees’… y yo respondí: ’tenga mucho cuidado conmigo, Usted no sabe quien soy yo’. Creo quedo muy clara la conversación, nos entendimos bien, creo que hasta nos hicimos amigos.
¿Quién es Dios? Ojala fuera fácil de explicar, sin embargo tampoco es difícil, le recomiendo entrar a un Palco del Palacio de Bellas Artes, o si gusta, en el ’último piso’, si pudiera decirle quien es Dios, le diría que es un compromiso eterno en el último piso del Palacio de Bellas Artes.
Entrar al último piso, es como abrir el ventanal de cada mañana, un amor encendido y ver el majestuoso arco del proscenio y el plafond elaborado en cristal. Dijeron que su diseño representa la historia del teatro en el mundo. ¡Que raro, pensé yo! ¿Del teatro? Creí que estaba en el cielo rodeada de ángeles. ¡ El teatro, el cielo! Eso me explica porque no me gusta rezarle a Dios, me gusta interpretarle; interpretarle canciones, armonías, danzas, bailes, actuaciones, oraciones, melodías. Me han educado en la casa de una maestra normalista de los años veintes en donde todo era cantar, bailar, rondas infantiles, y dramas, en una enorme casa de estilo Hacienda con patios que fungían como escenario al estilo Shakespeare. Mi tía era de esas señoras de gran compromiso moral con su iglesia, ojala mi tía que vivió 97 años se haya dado cuenta alguna vez que fue una bendición del cielo elegida consentida, y no por ir cada domingo a verle, sino por haberle cantado y bailado a tantos niños. Y por enseñarle a sus hijos a invocar a Dios al ritmo de un órgano, de un arpa, de guitarras y triángulos acústicos ó dulces susurros tan agudos y altos como los de un soprano.
En aquel lugar paradisiaco en el que yo viví hace un tiempo, entré a una iglesia de aparente estilo rústico mexicano, mi curiosidad no pudo evitar explorar lo que atrás parecía ser una huerta de arboles frutales y palmeras, se notaba la ruina de lo que pudo ser un enorme pozo que hoy fungía como jardinera, pero a un lado había algo que llamaba mi atención, algo hundido, ¿pero que es eso? Un teatro redondo en una iglesia! Oh no lo pude creer que cosa tan bella! Entre piedra y mosaicos azulejados, con otoñal naturaleza muerta al fondo. No he resistido el impulso de ponerme a orar, pero sólo llevaba conmigo una ronda infantil, de las favoritas de mi tía, hablaba de la noche, de las brujas, del crujir de las hojas de un dan, din, don, din, don, din, dan.
Me causa impresión que Bellas Artes no era un Teatro Hundido, hoy lo es, no estoy siendo irónica, tan sólo sorprendida. Como el Coliseo Romano, edificios públicos donde se celebraban espectáculos, juegos y batallas excepcionales. Ni hablar de los teatros semicirculares de Grecia, que no sólo eran usados para entretenimiento, sino también para entrenar. Un escenario de guerreros.
Ahí esta el cielo en el Palacio de Bellas Artes, luchando por existir, por no dejar su ser al paso del tiempo; Apolo y sus musas, cual ángeles seductores y querubín caricia emanada de su ser. Según el libro ’La Construcción del Palacio de Bellas Artes’ editado por el INBA en 1984, redacta que: la primer etapa de su construcción data del año 1904 a 1916, lo cual fue suspendido por diferentes adversidades, entre ellas la Revolución y su post. El palacio es un verdadero escenario labrado para los ángeles desde su impresionante hall de mármol, y la mezcla de sus esencias previas a la civilización de la cultura mexicana junto a la de Grecia. Su composición original es el Olimpo con nueve musas y una gran figura alada al centro representando a Apolo. En su maravilloso arco superior del escenario, originalmente se tenía un proyecto evocativo a la música, sin embargo se decidió hacer énfasis y simbolizar el arte teatral a través de las edades. Consta de 26 figuras, y esta ejecutado en lascas de vidrio en colores sobre un fondo de oro viejo con incrustaciones de eosina y reflejos metálicos. Los temas desarrollados en el arco plasman: Altar Antiguo, Plantacello, Dos almas perdidas por el amor, Tiempo heróico de Grecia, Jasón con el vellocino de oro y Medea; Tancredor, literatura y drama cristiano; Mito romano; Hector; 3 musas al centro de la composición; vírgenes tocando música; época de los Nibelungos; Hamlet, Shakespeare; Drama y literatura del gran periodo francés, antes y después de la revolución; Portadora de agua; Leyenda popular; violinista; altar; arpista. ¿Es o no es eso Dios? ¿Es o no es el cielo?
En el mural de la cortina metálica también están los créditos de sus diseñadores: Geza Maroti y Aladar Körösföi, cuya realización es de Max Roth. El mural representa el broche de oro del Palacio, y en mi caso personal, yo no tengo palabras breves para describirlo, escribiría un libro al respecto, el ventanal con el paisaje lo vi muchas veces en mi vida, no sabía de su existencia en el Palacio, ese paisaje habla del amor, de la vida y de la naturaleza. Su arquitecto se expresa mejor por mi: ’ Representa la línea grandiosa y llena de majestad de las cumbres níveas de sus dos volcanes ofrece una escena difícil de superarse…la naturaleza ofrece sin costo, la composición de un cuadro admirable’.
El Palacio de Bellas Artes fue inaugurado en 1934, basada en la obra original del arquitecto italiano Adamo Boari. Su proceso de construcción se fue definiendo de acuerdo con las determinantes sociopolíticas que afectaron la vida del país durante las primeras décadas del siglo, de ahí que en él se pueden diferenciar sus 3 etapas de construcción: la de su inicio por Boari, que enmarca el contexto urbanístico y arquitectónico característico de la época porfiriana (1904 – 1906); la segunda etapa se refiere a su periodo de suspensión de la obra de 1917 a 1929 y su reanudación bajo la dirección de Federico Mariscal (1930 – 1934). En todo ese tiempo, se cuentan las manos de muchos ingenios para todo el proyecto que de mencionarlos haríamos un libro. El edificio representa el monumento más relevante del art nouveau y el art decó en una difícil situación contextual para México, sin embargo Boari redactó su libro, como homenaje a una obra cuya adversidad no le permitió culminar, en ese libro, Adamo plasma su objetivo aunado al de Don Porfirio, respecto al Palacio, resumiéndolo en la cita de el barón de Haussmann: ’ la iglesia debe construir templos para los espectáculos divinos y el Estado, teatros para los espectáculos humanos’ . El canciller Bismark señala: ’El teatro es una especie de escuela superior obligatoria aun para aquellos que no quieren estudiar’.
Hoy en día parece que Bellas Artes sigue siendo aún el espejo de la situación socio política, y económica del Estado. Como todo símbolo nacional, las cicatrices, las heridas, hasta las arrugas se le notan, las humillaciones, la apatía por la identidad, bueno hasta los estragos de los instrumentos publicitarios de las constantes campañas de marketing en el país se le notan, la carencia, el olvido y el déficit o abandono de la calidad de vida, se le notan, su mantenimiento parece vulnerable. El tocador, al menos el de damas es una reliquia bellísima, parece el camerino de barbie de los 50’s, digno de cualquier diva, por desgracia no le pida mucho, sus antiguos muebles, parecen pelear contra las necesidades del cliente actual. Su identidad lucha por ser comprendida en el contexto de hoy. Ya no caminan muchas divas o divos por ahí, hoy se escuchan tennis o botas. Ya no es comprendido el glamour, llegan muchos vehículos, camiones o camionetas a dejar a los artistas y su equipo, ya no se sabe cual es el vehículo del artista, en peligro el artista llega muy temprano en el metro, porque el cliente acapara los estacionamientos con enormes trucas, sobre todo poco antes de empezar el evento. Comentaba yo en facebook que el tenor llega en volkswagen viejito, y ni dudo que en bicicleta, en tanto que el reportero que llega a entrevistarlo hace su arribo o en deslumbrante carro particular, o en una enorme camioneta no identificada propiedad de la empresa. Ya los reflectores no son para el artista, salen al terminar el espectáculo y todos agarramos el subterráneo. Es un largo y polémico tema hablar del glamour a la dignidad y de ésta a la humillación o déficit de vida. Pero a veces no es necesario hablarlo, se nota. Como se nota la pérdida de identidad y la exigencia social por adoptar una nueva que puede no ser la mejor y luego no se puede regresar a la anterior, o dignificar la anterior. El problema empieza cuando las cosas empiezan a lucir feo, no es bonito llegar al Olimpo y verlo sucio, cuarteado o con lonas sobre si. No es bonito ver un símbolo cultural tan representativo de Mexico, y verlo hundirse, verle huecos, o deterioros cubiertos. ¿Dónde dejamos el glamour el estatus?? … si la mujer del vestido negro volteara a vernos, definitivamente no nos dejaba pasar. Si es cierto que la vida agitada y la situación socioeconómica o el covid, como que no ayudan mucho a practicar el glamour, pero al menos debería quedar el respeto a su identidad, la preservación de la obra, la educación, el saber de donde surge y con que objetivo!! Es como ir a casa del abuelo, algunos jóvenes le hacen cara de disgusto, desearían usar el espacio para otros objetivos. Porque no conocen ni origen, ni funcionalidad. Así invadimos espacios, abusamos de infraestructura. Sé que es difícil hablar de glamour, pero no es posible que sea difícil hablar de talento, de creatividad y de principios, ética y respeto.
Al marcharse del Palacio, a lo lejos no puedes evitar ver el cielo, su obra maestra consagrada en una cúpula con laminas de onix, cobre y cerámica con 4 figuras femeninas alrededor, de un águila devorando una serpiente, el drama, el drama lírico, la tragedia y la comedia. De toda esa belleza integral esta compuesto el Palacio de las Bellas Artes, o mejor dicho de toda esa belleza y carga fue creada con el paso del tiempo, si no se le conoce, escucha, tiende entonces a desaparecer, por ello debemos invitar a la reflexión y a la responsabilidad integral, no queremos que Apolo termine siendo fisicoculturista en un gimnasio. ’No le hagamos eso a México’ todo puede suceder, pero que el mexicano no demerite lo mexicano, su historia y su identidad son tan importantes como su origen y el saberlo hacer trascender, el desearlo hacer trascender con su dignidad de origen.

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