Historias de periodismo bravo

• Mientras devuelven la calidad
• Los colibríes ante el recuerdo

AGUASCALIENTES, Ags., viernes 7 de julio de 2017.- Mientras esperamos que aparezcan los eventos públicos de relevancia, imposibles que la ciencia política convierte en posibles, porque devuelven y enriquecen la calidad de vida de la gente, iniciamos con esta crónica la memoria de medio siglo en el oficio más hermoso del mundo, que ’nos ha hecho sufrir como perros’, como decía Gabriel García Márquez, pero también inmensamente felices, como nunca escribiera en su mejor romance Agatha Christie… Ayer publicamos en nuestro portal un texto del michoacano periodista de excepción, Carlos Ferreyra Carrasco, formado en la corresponsalía de la agencia Prensa Latina con la que recorriera el hemisferio y con huellas en El Sol de México, Excélsior y Unomásuno, entre otras gloriosas redacciones. Es una de las pocas figuras con las que nos confundimos al discernir si es mejor periodista que persona, o la inversa. Lo seguro es que es ambas cosas… Cuando leímos su texto De memoria, los fines son los que cuentan, igual que las mariposas del estómago adolescente del primer amor, los colibríes de nuestra mente se alborotaron en torno a nuestras neuronas para abrevar del torrente de recuerdos que se desataban al instante. Carlos narra una conversación con María Luisa la China Mendoza, a poco de su salida de El Sol y su llegada al periódico de Manuel Becerra Acosta, surgido del golpe de Echeverría en 1976 a El Periódico de la Vida Nacional de Julio Scherer. Ellos no conocían a Carlos Payán, solo sabían que había sido tesorero en el Infonavit y se anunciaba como subdirector de Unomásuno…
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Una mujer llora la muerte de su hijo, en el marco de la guerrilla en El Salvador, en 1980, donde moriría el periodista chihuahuense de esta historia. (Foto de John Loagland, de Newsweek, amigo del comunicador masacrado)