Fernando Botero Angulo, el artista colombiano famoso en todo el mundo por sus figuras rotundas y voluminosas, falleció a los 91 años, en su casa en Mónaco, donde se recuperaba después de haber sufrido recientemente una neumonía, según ha confirmado este viernes el periodista Julio Sánchez Cristo en W Radio.
El maestro Botero, nacido en Medellín en 1932, de orígenes muy humildes, su carrera comenzó como ilustrador del periódico El Colombiano a finales de los años cuarenta. Muy temprano se reconoció como heredero de Piero della Francesca, y la génesis de su estilo inconfundible llegó a los 25 años, con el boceto de una mandolina que insinuaba su sentido de la monumentalidad. Considerado desde hace mucho como uno de los mejores artistas vivos, la fama y popularidad que había adquirido con sus pinturas de colores luminosos se acrecentó en los noventa cuando sus enormes esculturas de bronce comenzaron a ser exhibidas en las principales capitales del mundo. Un estilo que nunca abandonó, ni siquiera cuando dedicó una famosa etapa a las torturas de la prisión de Abu Ghraib, en Irak.
En los setenta se mudó a París, y allí lo alcanzó la mayor de las tragedias. Vio morir a los cuatro años a Pedro, hijo de su segundo matrimonio, en un accidente con un camión. El propio Botero perdió parte de su mano derecha, por varios meses no pudo pintar y tuvo que hacer terapia física. Se encerró en su estudio a recrear una y otra vez el rostro de Pedrito. Esa serie incluye Pedrito a caballo, que se encuentra en el Museo de Antioquia, donde junto al pequeño se observa una casa de muñecas con dos figuras vestidas de luto asomadas por las diminutas ventanas. Son sus padres.