¿Quiénes sobrevivirán?

Desde hace varios lustros, los partidos políticos dejaron de interesar a los ciudadanos, los que se guían más por el nombre de los candidatos y por la fama con la que cuenten, sea buena o mala.

Ser como un cantante, actor, deportista, influencer y hasta políticos es el ferviente deseo de algunos sectores de la población, los que no pretenden emular a un escritor, científico, investigador o personajes que aportan más a la sociedad que algunos de los que destacan por leyendas negras, historias de abusos y escándalos.

Es por eso que los partidos políticos recurren ahora a este tipo de personajes que esperan les acerquen a los votantes y les proporcionen el número de sufragios necesarios para ganar una elección o para sobrevivir a ella, en el conteo final de los votos.

Cada proceso electoral parecería ser diferente, aunque finalmente se acaba en lo mismo, los ganadores se autoproclaman como los reyes de la limpieza y sus triunfos son transparentes y claros, según ellos mismos, mientras los derrotados denuncian el fraude electoral y develan que los comicios fueron sucios, producto de los abusos de sus adversarios.

Con excepción del proceso electoral presidencial de 2018, donde la abrumadora cantidad de votos en favor de uno de los contendientes obligó a los otros a reconocer la victoria de Andrés Manuel López Obrador, los anteriores y posteriores comicios se encuentran llenos de descalificaciones, del lado de los derrotados.

No hay proceso electoral que no sea cuestionado, lo que se convirtió en una costumbre añeja que subsiste en pleno siglo XXI.

Para partidos y candidatos no hay más triunfos claro que los que ellos obtienen, los demás son parte del cochinero provocado por sus adversarios. Unos y otros califican los procesos electorales como maleables, por la cantidad de malas artes que se pueden ejercitar en el curso de las campañas e incluso en el día de la elección.

De nada valen todos los organismos creados para preparar, vigilar y sancionar a los que cometan infracciones, ya que unos y otros los descalifican, según sea el caso.

No importa si la diferencia entre el primero y el segundo lugar es abismal, los perdedores siempre achacarán a otros su derrota y recurrirán a los organismos adecuados para protestar e impugnar, sin importar el tipo de impugnaciones que hagan.

No declararse satisfechos con el triunfo del adversario es una máxima de todos los participantes en un proceso electoral en México.

En este proceso electoral participan en lo federal 10 partidos políticos, varios de ellos con serios problemas para mantener el registro. En el ámbito local, hay cuando menos dos decenas de organismo locales que apuestan a lo mismo, mantener el registro que les garantiza participar en la siguiente elección y obtener los recursos a los que tienen derecho los partidos con registro, sean federales o estatales.

De los 10 partidos de nivel federal, solamente cuatro de ellos apuestan a obtener triunfos en las urnas, mientras que los demás van por mantener el registro y contar con una magra bancada de legisladores que les permita llegar a la Cámara de Diputados y allegarse mayores recursos económicos.

De los seis partidos que buscan mantener el registro, solamente un par de ellos entran en la disputa directa por un cargo importante de los cientos que se encuentran en juego.

Se trata del Partido Encuentro Solidario con la figura de Jorge Hank Rhon como candidato al gobierno de Baja California y el Verde Ecologista que en San Luis Potosí compite con posibilidad de victoria con su candidato Ricardo Gallardo Cardona. Lo curioso de ambos casos es que tanto Han Rhon como Gallardo Cardona son personajes altamente cuestionados y polémicos que son portadores de una leyenda negra que los convierte en atractivos para aquellos que acudan a las urnas.

Ambos han avanzado en las preferencias ciudadanas y podrían provocar una sorpresa que les diera la victoria en territorios donde Morena y la alianza PAN, PRI, PRD fueron señalados como favoritos para adjudicarse el triunfo.

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En Jonuta, Tabasco se revivió una vieja pugna de mediados del siglo XX, la rivalidad entre dos familias los Filigrana y los Garrido, la que anteriormente se daba en el terreno de la ganadería, hoy se presenta por los dos bandos que miembros de esas familias y simpatizantes tienen por los candidatos a la alcaldía. El actual alcalde es Tito Filigrana quien busca la reelección por el PRD y Edgar Garrido quien ya perdió por el PRI y ahora busca el triunfo con los colores de Morena. Una trifulca entre seguidores de ambos ya produjo un muerto. La historia de antaño parece repetirse.

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